LOS ARRIEROS: UNA INSIGNE GESTA.El pasado 24 de mayo de 2008, partieron de RIONEGRO - Antioquia, un gran número de arrieros de Argelia, Nariño, Sonsón, Arma, Pácora, Aguadas y otras poblaciones con el fin de recorrer la antigua vía que sirvió de punta de lanza para la colonización Antioqueña. Su idea es llegar a la conmemoración histórica de los 200 años de Aguadas el próximo Sábado 31 de mayo.
Hablar de los Arrieros es hablar de grandeza, de poesía, de fuerza y de entereza. Es hablar de una raza noble y brava que con su trabajo gestó el nacimiento de pueblos, abrió caminos y edificó una economía a base de amor al trabajo.
Ser arriero era sinónimo de poder, de riqueza y un honor ganado a costa de aventuras y grandes riesgos.
Los Señores importantes de la época eran los dueños del capital y de las re
cuas de mulas o de las boyadas y aunque todas las clases sociales tenían acceso a este trabajo, los principales señores eran los jefes de toda la cuadrilla.
En un comienzo, los bueyes eran el principal medio de trabajo para la arriería, después, las mulas llegaron a reemplazarlos.
Salía del pueblo la caravana de arrieros con el dueño de los bueyes o las mulas adelante, le seguían los peones de brega o arrieros y cargueros encargados de vigilar constantemente toda la carga.
Después venían los Sangreros, los hombres de mas confianza y que con una gran responsabilidad, eran los encargados de cuidar la despensa y la ropa. El sangrero era además el cocinero.
Seguían los muchachos aprendices que empezaban a iniciarse en su labor y luego, los perros acompañantes, fieles vigilantes de la carga.
Cerca al mediodía, los arrieros toldaban al lado del camino en una parte plana, con facilidades para conseguir agua y generalmente cercana a una casa.
Descargaban las mulas y con los bultos organizaban su sitio para dormir alrededor de la enjalma que les servía de cama.
El Sangrero organizaba el fogón con tres piedras y dos palos en forma de horqueta sobre el que se ponía otro que servía para colgar las ollas.
Todos se arrimaban a la hora de comer, Frijoles, chicharrones, plátano, chocolate y queso era generalmente el menú común en estos viajes, sin olvidar el famoso "Bizcocho de Arriero", llamado por algunos en Aguadas "Bizcocho de Teja" y que era el acostumbrado manjar en el "hatillo", una bolsa o "jíquera" que llevaba el arriero junto con la carga.
El "Bizcocho de Teja" duraba hasta un mes, era una masa de maíz que, finamente molido y después de amasar la harina con agua, manteca, sal y un huevo se iba adelgazando como para hacer arepas hasta quedar como una tela delgadísima que asaban en una especie de cayana de barro de donde quizás provenga ese nombre dado en Aguadas a este alimento. En las noches, al son del tiple, se reunían todos los arrieros a cantar sus trovas y canciones y a contar los larguísimos cuentos de "Cosiaca" y "Pedro Rimales".
Se dormía temprano puesto que, muy de madrugada, empezaba de nuevo la febril actividad de enjalmar las mulas y asegurar la carga.
Enjalmas, sobrecargas, lías, cinchones, cogederas, pretales y retrancas eran organizadas asegurando con un pie en la carga y otro en el suelo la firmeza de la carga.
Al grito de !Arre mula...!, y al chasquido del zurriago comenzaba otra jornada.
La encomienda de Don Francisco, la vajilla de Doña Juana, los genéricos de don Pedro el Boticario, las telas para el almacén de don Gabriel, infinidad de encargos hacían de cada viaje una importante posibilidad de abastecimiento para el pueblo.
La situación geográfica de Aguadas, "lejos de todo o cerca de todo" como dijo el Doctor Orlando Giraldo González, permitía realizar una jornada y pernoctar a todos los arrieros que con el impulso de la Colonización antioqueña utilizaba el camino desde Medellín hacía el Quindío. Era prácticamente el centro del camino ya que saliendo de madrugada, se llegaba a Aguadas en las horas finales de la tarde.
Los arrieros tanto Aguadeños como de otras partes, llevaron al pueblo los productos de otras regiones y así mismo lograron transportar algunos implementos especiales para el pueblo como el Organo y las campanas de la Iglesia, los primeros artículos de loza y hasta el primer carro. Un grupo de arrieros, entre los que se encontraban Pedro Pélaez (Guajiro) a quién también le comisionaron el acompañamiento y la carga de los bártulos de las primeras monjas que llegaron a Aguadas; llevaron desde la terminal del Ferrocarril Industrial en El Oro hasta Aguadas el órgano de la Iglesia, después de haber sido transportado desde el puerto de Buenaventura, como anécdota se cuenta que uno de los bueyes, el que iba adelante de la Turega, se desbarrancó transportando parte del pesado instrumento y el de atrás, lo sostuvo sin dejar caer la carga, esperando hasta que los arrieros la aseguraran bien y sacaran a su compañero para luego morirse allí mismo, cumpliendo como buen animal de carga.
Fue indiscutiblemente la labor de los arrieros aguadeños lo que permitió que día a día, Aguadas empezara a generar ese impulso comercial que tanto en el pueblo como en el país tiene hoy sus grandes representantes.
CREDITOS: Fotografía tomada por REY NIETO a un cuadro de la Maestra en Artes Plásticas de la Universidad de Antioquía DAISY VARELA.