La llegada de las vacaciones de fin de año eran quizás el evento mayor dentro de nuestras mentes juveniles.
Alegres para los que habíamos "ganado" el año y con ciertas consideraciones y limitaciones paternales para los que no, las vacaciones de Diciembre traían un aire de jolgorio.
Desde el alumbrado, acompañado por la celebración de las Fiestas de nuestra patrona, la Virgen de la Inmaculada, diferentes actividades comenzaban a darle el toque de alegría a las vacaciones.
El siete de Diciembre esperábamos todos, además del alumbrado, los siempre famosos Fuegos Artificiales de los polvoreros de Aguadas. Amarillos chorros de luz subiendo hacia el firmamento para reventar en brillos multicolores, voladores y granadas iluminando la plaza entre los gritos de la multitud. Castillos girando vertiginosamente, lanzando lumínicos colores a todas partes.
Chiquillos corriendo tras el paracaídas o el palo del volador y todos esperando el mas importante evento de la noche: "La Vaca Loca".
Sobre un armazón de madera con ruedas y un soporte que permitiera conducirlo como una carretilla, afirmado con alambres, la cabeza de una vaca, relleno su cuerpo con pólvora era la atracción principal de la celebración.
Lanzando tábanos y sirenas a todos lados, reventando papeletas y tacos, la Vaca Loca era llevada por alguien alrededor de la plaza lo que obligaba a todo el mundo a replegarse hacía las aceras y cuando llegaba a su lado, a buscar refugio en los negocios adyacentes. La gente corría a guarecerse y los chiquillos en loca carrera detrás del artefacto, caían a veces o recibían en su humanidad los quemonazos de una sirena sin dirección.
Después de las fiestas del Alumbrado, llegaban las novenas al Niño Dios.
En la Iglesia, diariamente se iban escenificando cada uno de los pasajes que representaban el pesebre.
Como era tradición, nuestras casas abrían su espacio para la elaboración en familia del pesebre y el rezo de la novena, adicionalmente comprábamos los pliegos de papel de seda en colores y elaborábamos nosotros mismos nuestros globos, hoy prohibidos.
En Aguadas se organizaban Novenas Bailables.
Después del obligado rezo de la Novena en la casa, algunas personas organizaban en sus casas o en diferentes sitios su personal novena.
Se recogía un aporte entre los participantes que, generalmente pertenecían a un mismo grupo de amigos, y después de rezada la novena, se armaban las fiestas con natilla, buñuelos, licor y baile incluido. Cada día se cambiaba de sitio y de plato principal, de los tradicionales buñuelos y natillas se pasaba a las empanadas y a medida que llegaba el Veinticuatro, a tamales y chorizos.
A partir del Veintidós de Diciembre, llegaban los visitantes.
Desde el veinticuatro de Diciembre comenzaba la más alegre semana de fiesta y parranda que terminaba con la celebración de fin de año el Treinta y uno de Diciembre.
Las discusiones con nuestras amigas de Aguadas, y con nuestros amigos por querer estar con la misma amiga visitante, las carreras para coger mesa en los griles, los "sobornos" a los meseros para que las guardaran, los empujones de los danzantes en una pista como una moneda, los cobros de vales anteriores, el ruego para que nos vendieran una botella de Aguardiente a los "casi" mayores, las decepciones amorosas, las peripecias para conseguir la plata que faltaba para entrar a la amiga al baile con orquesta, la recolección de plata entre todos los de la barra, el pedido del permiso a la mamá de la amiga para poder estar hasta tarde.
¡ Vacaciones de pueblo, inolvidables vacaciones !.
Alegres para los que habíamos "ganado" el año y con ciertas consideraciones y limitaciones paternales para los que no, las vacaciones de Diciembre traían un aire de jolgorio.
Desde el alumbrado, acompañado por la celebración de las Fiestas de nuestra patrona, la Virgen de la Inmaculada, diferentes actividades comenzaban a darle el toque de alegría a las vacaciones.
El siete de Diciembre esperábamos todos, además del alumbrado, los siempre famosos Fuegos Artificiales de los polvoreros de Aguadas. Amarillos chorros de luz subiendo hacia el firmamento para reventar en brillos multicolores, voladores y granadas iluminando la plaza entre los gritos de la multitud. Castillos girando vertiginosamente, lanzando lumínicos colores a todas partes.
Chiquillos corriendo tras el paracaídas o el palo del volador y todos esperando el mas importante evento de la noche: "La Vaca Loca".
Sobre un armazón de madera con ruedas y un soporte que permitiera conducirlo como una carretilla, afirmado con alambres, la cabeza de una vaca, relleno su cuerpo con pólvora era la atracción principal de la celebración.
Lanzando tábanos y sirenas a todos lados, reventando papeletas y tacos, la Vaca Loca era llevada por alguien alrededor de la plaza lo que obligaba a todo el mundo a replegarse hacía las aceras y cuando llegaba a su lado, a buscar refugio en los negocios adyacentes. La gente corría a guarecerse y los chiquillos en loca carrera detrás del artefacto, caían a veces o recibían en su humanidad los quemonazos de una sirena sin dirección.
Después de las fiestas del Alumbrado, llegaban las novenas al Niño Dios.
En la Iglesia, diariamente se iban escenificando cada uno de los pasajes que representaban el pesebre.
Como era tradición, nuestras casas abrían su espacio para la elaboración en familia del pesebre y el rezo de la novena, adicionalmente comprábamos los pliegos de papel de seda en colores y elaborábamos nosotros mismos nuestros globos, hoy prohibidos.
En Aguadas se organizaban Novenas Bailables.
Después del obligado rezo de la Novena en la casa, algunas personas organizaban en sus casas o en diferentes sitios su personal novena.
Se recogía un aporte entre los participantes que, generalmente pertenecían a un mismo grupo de amigos, y después de rezada la novena, se armaban las fiestas con natilla, buñuelos, licor y baile incluido. Cada día se cambiaba de sitio y de plato principal, de los tradicionales buñuelos y natillas se pasaba a las empanadas y a medida que llegaba el Veinticuatro, a tamales y chorizos.
A partir del Veintidós de Diciembre, llegaban los visitantes.
Desde el veinticuatro de Diciembre comenzaba la más alegre semana de fiesta y parranda que terminaba con la celebración de fin de año el Treinta y uno de Diciembre.
Las discusiones con nuestras amigas de Aguadas, y con nuestros amigos por querer estar con la misma amiga visitante, las carreras para coger mesa en los griles, los "sobornos" a los meseros para que las guardaran, los empujones de los danzantes en una pista como una moneda, los cobros de vales anteriores, el ruego para que nos vendieran una botella de Aguardiente a los "casi" mayores, las decepciones amorosas, las peripecias para conseguir la plata que faltaba para entrar a la amiga al baile con orquesta, la recolección de plata entre todos los de la barra, el pedido del permiso a la mamá de la amiga para poder estar hasta tarde.
¡ Vacaciones de pueblo, inolvidables vacaciones !.