tejiendo tonadas,
la Iraca laboran tus niñas honradas,
como los arrieros
que van, día a día tejiendo jornadas.
Y tus tejedoras cantan a porfía
el amor, el gozo, la melancolía;
las manos humildes de aquellas mujeres
que tiñen de azufre las telas labradas
han hecho amarillos tus atardeceres
y han dado blancura a tus madrugadas..."
Esta estrofa del poema AGUADAS escrito por el Poeta Aurelio Martínez Mutis, es una hermosa entrada para relatar la historia del artículo que ha permitido llevar el nombre de Aguadas por los rincones de Colombia y del mundo: EL SOMBRERO AGUADEÑO.
Cubriendo del sol al campesino o ciñendo la cabeza de grandes personajes y como bagaje natural de todo Aguadeño que se respete, el sombrero Aguadeño ha sido prenda tradicional en todas las fiestas del país y elemento de intercambio comercial de Aguadas con otros lugares de Colombia y el exterior.
Extraída del "cogollo" de la "Carludovica Palmata" , perteneciente a la familia de las "Ciclantáseas" , "ripiados" con la "tarja" , puesta a cocinar y luego a secar al sol para ser llevada después al "estufado" con azufre para lograr su blancura, la Iraca es la materia prima de nuestros Sombreros Aguadeños.
La historia del sombrero Aguadeño se remonta a los tiempos de la Colonización Antioqueña.
Agotado en muchas partes el trabajo de la minería que desde tiempos de la Colonia era la principal fuente de ingresos para los habitantes de estas regiones, la regeneración Antioqueña impuesta por el Regidor Mon y Velarde impulsó a las familias antioqueñas a buscar en los productos Agropecuarios una forma de subsistencia y de comercio entre las poblaciones.
Fue quizás la del tejido a mano de sombreros, la primera industria exportadora de Antioquia.
Esta industria, introducida del Ecuador, se difundió en el país en la primera década de la República en los departamentos de Santander, Huila y Antioquia, localizándose allí en algunas poblaciones como Santa Fe de Antioquia, Sopetrán, Buriticá, Aguadas y Santa Rosa de Cabal.
Miles de sombreros de iraca fueron exportados principalmente a las Antillas para luego decaer las exportaciones alrededor de 1870.
Hacía 1910, las exportaciones de sombreros tuvieron una nueva bonanza sobretodo en el mercado Norteamericano para decaer de nuevo con el inicio de la Primera Guerra Mundial, comercio que según los entendidos no se ha vuelto a recuperar.
En la tradición histórica de Aguadas, relacionada con la industria de la fabricación de Sombreros, se cuentan varias crónicas sobre su nacimiento.
Maestros artesanos traídos de Quito, el descubrimiento por parte de otro ecuatoriano de grandes plantaciones silvestres de iraca y la "desbaratada" de un sombrero ecuatoriano para volver a armarlo son parte del comienzo de esta industria que hoy nos llena de orgullo.
Sin embargo, no podemos dejar atrás el concepto de organización industrial antioqueña expuesto anteriormente.
En los inicios de la producción de sombreros en Aguadas, se fundaron algunos talleres parecidos a fábricas en donde tejían por igual hombres y mujeres. Entre los primeros tejedores se encontraban Juan Crisóstomo Flórez quién, desbaratando un sombrero para volver a armarlo, se convirtió en el primero en impulsar esta industria en Aguadas, Nicolás Tobón y Manuel Valencia.
Luego, encargados de otros menesteres, los hombres dieron paso a las mujeres para la elaboración de los sombreros, mas finas y mas constantes en el tejido al punto de ser considerada Mercedes Jiménez de Giraldo, "la mujer de las manos de seda" como la mejor tejedora que ha existido en nuestro pueblo por su finura en el arte de tejer los sombreros.
El primero que usó el sombrero Aguadeño fue don Aguedo Villegas, hijo del cofundador José Antonio Villegas y se cuenta también que el primer exportador de nuestros sombreros fue el español José Cerra de Oviedo, quién en 1874 fijó su residencia en Aguadas y se casó con la aguadeña Flora Palacio para iniciar el mercadeo de nuestro producto en el exterior.
Curiosamente, el sombrero Aguadeño no es conocido en el exterior con ese nombre. Genéricamente se les llama "Panamá Hats", debido quizás al gran número de sombreros enviados a esta región en donde encontraron gran acogida por los compradores extranjeros, Norteamericanos especialmente que por ese entonces comenzaban la construcción y tomaban posesión del Canal de Panamá.
De allí hasta nuestros días, la industria de la fabricación de sombreros de Iraca en Aguadas ha tenido sus grandes momentos y sus altibajos.
La llegada del café a las tierras de Caldas y por consiguiente a Aguadas alrededor de 1870, y que según don Lázaro Villegas fue traído por su familiar Policarpo Villegas desde Rionegro; acabó con muchos cultivos de Iraca, quedando sólo incipientes cultivos, al punto de tener hoy que buscar en otras tierras la materia prima.
Por iniciativa de la Industria Licorera de Caldas, las tejedoras Aguadeñas pudieron en un tiempo diversificar su producción hacia otros campos con un programa de tejido de envases para la productora de licor.
Muchos envases tejidos con paja de iraca salían de Aguadas para la Industria Licorera quien a la vez llevó sus productos así tejidos a diversos mercados de Colombia y el mundo.
Pero, el costo de transporte y otros conceptos de mercadeo, llevaron a la destilera a organizar en Manizales a un grupo de tejedoras Aguadeñas que, ya en la capital, facilitaban la labor de forrado, quedando los artesanos de Aguadas huérfanos de este trabajo.
Años después se trató de organizar una Cooperativa Artesanal con el fin de defender a los artesanos que, víctimas de los intermediarios, debían vender su producción de la semana a precios irrisorios, producto que luego de cambiar de manos y después de un organizado proceso, salía al mercado local o nacional a precios mucho más altos. Este primer remedo de Cooperativa no pudo llevarse a feliz término, quedando de nuevo el pequeño artesano Aguadeño sin apoyo.
Hoy, una Cooperativa comercializa este producto y es muy común ver a sus representantes en todas las ferias y eventos artesanales del país con sus bien organizados stands de venta y demostración de nuestra industria vernácula.